Tras la derrota electoral en las presidenciales de 2012, que llevaron a Barack Obama a la reelección, el Tea Party comenzó su reconstrucción hasta convertirse hoy en su principal freno y obstáculo. Si no lo pudieron derrotar en las elecciones, lo han hecho en su gestión de gobierno provocando el apagón presupuestario, que afecta no solo al gobierno de Estados Unidos, sino que muestra el fondo del precipicio a las economías de todo el mundo.
El Tea Party es un grupo llegado a Washington para salvar a los estadunidenses que ellos consideran salvables.
Es un grupo que no aterrizó en el Congreso de Estados Unidos para hacer amigos ni para hacer política; no les interesa la imagen de su país ni lo que piensen en el extranjero, que la mayoría no ha pisado; ni la calificación de la deuda ni lo que digan las calificadoras, que ni saben lo que son ni les interesa saberlo; ni lo que se debata en las Naciones Unidas. El Tea Party es una minoría radical de 30 legisladores que ha logrado imponerse al Partido Republicano, moviéndolo más a la derecha y recorriendo al centro en esa misma dirección.
Hoy, su rechazo a la ley Obama de salud ha alineado a la mayoría republicana en el Congreso, lo que ha provocado la no aprobación del presupuesto federal de 2014 y el apagón que ha recortado al gobierno de Obama poniéndolo, además, al borde la suspensión de pagos, que tiene como plazo fatal el próximo día 17, lo que arrastraría al mundo a su peor crisis económica, lo que, reitero, alTea Party no le importa.
El precio que este grupo ha impuesto a los republicanos y éstos a Obama para autorizar el presupuesto es el retraso en la aplicación del Obamacare, que ya entró en vigor, y en eso son intransigentes.
Vamos a ver quién puede más: si una minoría radical de ultraderecha o el poderoso presidente de Estados Unidos.
Mientras, el mundo mira, con el aliento contenido, una fecha en el calendario: jueves 17 de octubre, dentro de nueve días, el fin del mundo y el juicio final.
Este tipo de situaciones nos llevan a replantearnos el rol de Estados Unidos en la dinámica internacional y si podrá mantenerse como la superpotencia que ha sido desde que el mundo se volvió ideológicamente unipolar. Es evidente que se necesita cambiar la forma de liderazgo mundial, si no estaremos cayendo de crisis en crisis.
ResponderBorrarHernán Cortés
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